El último día del festival se celebra la entrega de premios en una gala con artistas invitados como Rona Nishliu, representante de Albania en Eurovisión 2012, y varios grupos y solistas famosos del país y la diáspora. Tengo la inmensa suerte de sentarme al lado de Lazi, un profesor de inglés que me regala una traducción simultánea de las más de 3 horas de duración de la gala. ¡Un auténtico lujazo! Su mujer, profesora de literatura, me ayuda a etiquetar mis fotos de trajes tradicionales según la región, lo cual no es una sencilla tarea ya que en Albania se registran unas 180 vestimentas tradicionales diferentes. Un grupo de 80 estudiantes de Gjirokastra adornan el fondo del escenario luciendo algunos de estos trajes. El escenario es una estructura metálica que lleva permanentemente montada en el castillo desde la edición de 2004. En 1969 el festival se traslada de Tirana a Gjirokastra para celebrarse a partir de ese año en esta ciudad, excepto una edición en la que el presidente de turno lo quiso llevar a Berat, su ciudad natal.
Los premios se entregan al mejor cantante, orquesta, rapsoda, interpretación musical, teatral, vestimenta, etc. Entre premio y premio tienen lugar las actuaciones musicales con temas conocidos por todos que corean las canciones. El premio final se lo lleva el distrito de Tirana pese a la decepción de los «gjirokastrenses» que también estaban nominados. A la conclusión de la gala, un espectáculo pirotécnico pone fin a 7 días de un festival realmente interesante y muy valioso para la conservación y divulgación cultural, emitido íntegramente por la televisión pública albanesa. Es sábado noche y eso se nota en las calles del casco histórico. La gente se aglomera en la zona del bazar amenizada por un DJ que pincha rap, reggae, dance, house o cualquier tipo de música indistintamente.
Mis días en Gjirokastra se terminan. Por la mañana me despido de los propietarios del B&B, que me hicieron sentir como en casa, y de David, un gentleman inglés a cuyo 67 cumpleaños fui invitado. Una de las personas más interesantes que jamás he conocido. Gjirokastra me ha dejado una sensación muy agradable. Me ha permitido descubrir una cultura muy rica e interesante y un pueblo, el albanés, que merece la pena conocer. ¡Volveremos a vernos Gjirokastra! Quizás en 2020, quién sabe.
Me quedan un par de días en Albania y muchas son las ciudades candidatas: Kruja, Berat, Shkodra, incluso barajo la opción de subir a Prizren en Kosovo o visitar a un luthier de Gostivar (Macedonia) que conocí en el festival. Finalmente, mi elección es Ksamil, un pequeño pueblo costero al sur de Saranda y en frente de la isla griega de Corfu. Un pequeño paraíso en la riviera albanesa.