Una noche «loca» en Sidi Chamharouch

Pongámonos en situación. Viaje espontáneo a Marruecos tras el intento fallido de llegar a Tayikistán. Ninguna documentación previa e itinerario improvisado cada día. Como la cabra tira al monte, y a pesar de saber que se trata de una zona bastante transitada por turistas, decido ir desde Marrakech a Imlil, un pueblo a los pies del Alto Atlas que sirve como base a todo aquel que vaya a ascender al Toubkal, el pico más alto del norte de África con 4167 metros de altitud. Desde Imlil (1740 m) llego Aroumd (1840 m) tras 1h de trayecto a pie y hago noche en un albergue de este pintoresco pueblo de montaña. El albergue es de un guía de montaña llamado Omar, de unos 50 años, que me cuenta tristemente que el guía francés secuestrado y decapitado recientemente por integrantes del Estado Islámico en Argelia había sido profesor suyo durante 4 meses.

Vista de Aroumd

Vista de Aroumd

Al día siguiente, y de nuevo tras una ascensión de 1 hora por un camino empedrado y solamente accesible a pie o en burro, llego a Sidi Chamharouch, el último pueblo de camino al Toubkal. En todo momento se puede ver la cima todavía nevada de este coloso y en cuya ascensión se requieren crampones incluso en esta época. El pueblo es atravesado por el río Reraya que nace poco más arriba y es un gusto poder beber directamente de él un agua tan fresca. En Chamharouch hay un par de puestos para que los montañeros puedan refrescarse y varias construcciones de planta baja a las que no llegaría a llamarlas casas, y sin olvidarse de la mini mezquita y una enorme roca blanca al lado con una bandera en lo alto.  El escenario no podía ser mejor por lo que decido quedarme a dormir allí. Me alquilan un habitáculo con unos colchones y unas mantas, cuya puerta de madera se cierra con candado.

Sidi Chamharouch

Vista de Sidi Chamharouch

Bereber Sidi Chamharouch

Sidi Chamharouch

A partir de las 6 de la tarde las pequeñas tiendas cierran y sus dueños descienden hasta sus casas en Aroumd o Imlil, por lo que allí sólo quedamos no más de 10 personas. Es entonces cuando entablo conversación con una chica que acompaña a su madre y me cuenta que allí no vive nadie, que algunos de los que están allí están obligados a permanecer durante un tiempo para arreglar sus problemas con los espíritus. Ahí ya me empiezo a inquietar un poco. Me sigue contando que se trata del santuario del morabito Sidi Chamharouch, donde se practica una especie de chamanismo, una práctica prohibida en el Islam, pero en la que muchas personas creen y tienen la esperanza de que cure sus problemas, llamémosles espirituales.

Sidi Chamharouch

Sidi Chamharouch

A las 8 de la tarde se hace completamente de noche y en el pueblo no hay luz, sólo un par de paneles solares en algún tejado, incluida mi habitación, las pocas que disponen de una bombilla. La gente se recoge en sus pequeños habitáculos para rezar, o sabe Dios qué, a la luz de las velas. Yo me voy a mi habitación todavía en estado de shock. De haberlo sabido, quizás no me hubiera quedado en un pueblo de tal calibre a 2350 metros de altitud, sin cobertura en el móvil y a 1 hora a pie del pueblo más cercano. Me acuesto en uno de los colchones, me tapo hasta arriba y la cabeza empieza a funcionar con vida propia. El fuerte sonido del río se mezcla con maullidos de gatos y otros sonidos de desconocida procedencia, y es cuando me acuerdo de todas las películas de terror que nunca debí haber visto. Paso la noche en vela.

A las 7 de la mañana me levanto, me lavo un poco en el agua casi helada del Reraya y me río de lo absurdo de la situación. Desciendo directamente hasta Imlil para poner rumbo de vuelta a Marrakech con una de las experiencias más extravagantes que jamás he vivido.

Sidi Chamharouch