De paseo por Tabriz

En mi último día en Tabriz dejo de lado monumentos, mezquitas y demás, y me dedico a lo que a mí más me gusta que es mezclarme con la gente y si se da la ocasión, disparar 😉
Es un gustazo poder compartir pequeños momentos con esta maravillosa gente. Una comida, una taza de té, una pipa de agua que sabe a ceniza… da igual, lo importante es el contacto con la población local. Aunque la mayoría de las veces tengamos la barrera del lenguaje por medio, una mirada, una sonrisa o un gesto son suficientes para dar a entender el respeto y cariño que demostramos hacia la otra persona y por ende, hacia su cultura, y es algo que agradecen de todo corazón.

Poco antes de anochecer me acerco a la oficina de turismo que hay junto el bazar para despedirme de Nasser que me ha ayudado mucho durante mi estancia en Tabriz. Nada menos que 8 idiomas habla el tío!!

Es hora de cambiar de ciudad, de cultura y de idioma, así que cojo un bus dirección Sanandaj, capital del Kurdistán iraní. Aunque por aquí haya alguno que diga que «Sanandaj is dangerous», no me creo nada, por lo que tengo que comprobarlo de primera mano. Otra noche en autobús, pero esta vez no es el VIP de Teherán-Tabriz, sino probablemente el autobús más incómodo que fui en mi vida. 9 horas por delante que al final se hicieron más amenas gracias a la compañía de varios chavales, entre ellos Diyako, un jugador de baloncesto internacional juvenil con Irán que incluso me invita a su casa para conocer a su familia, invitación que desafortunadamente tengo que declinar ya que su ciudad me queda bastante a desmano.